Las aventuras de nuestra pandurata (y lo que nos han dejado)

Tras muchas regazones y varios milagrosos aciertos, por fin le estamos agarrando la onda a las ficus lyrata. Hoy te comparto lo que hemos aprendido sobre cómo sí y cómo no cuidar de estas plantas altaneras, preciosas y orgullosas.

Todos los que tenemos plantas en casa deseamos verlas triunfar. Nos emocionamos cuando descubrimos nuevos brotes, nos regodeamos cuando vemos sus hojas brillantes y nos enorgullecemos cuando las trasplantamos exitosamente a una maceta más grande. Con nuestra primera pandurata, hace unos años cualquiera de estas cosas parecería un sueño pues todos nuestros esfuerzos se destinaban a mantenerla con vida.

Empecemos por el momento en el que me enamoré de las ficus lyrata. Fue ya hace varios años en los que por todos los rincones del Internet me topaba con esta grandiosa planta de hojas masivas en forma de violín, viéndola aportar muchísima vida a interiores preciosos de Pinterest. Así que un 10 de mayo hace cuatro años, Iván me soprendió regalándome una fiddle leaf fig de mi tamaño.

Quién pensaría que en unos meses iba a casi morir.

Con una idea muy básica de sus cuidados y con la estética en mente, decidí ponerla en la sala, en un lugar medianamente iluminado. La regábamos cuando nos acordábamos, como lo hacíamos sin mayor consecuencia con muchas otras plantitas en casa. Yo la veía maciza y aguantadora. Imagínate.

No tardó mucho en empezar a preocuparnos. Sus hojas verde intenso empezaron a verse cafés. Primero una, luego otra, luego muchas. Empezamos a prestarle más atención al regado, sin gran cambio. Un día Iván se acercó y notó que habían puntitos abultados por debajo de las hojas. Con una servilleta le quitó la plaga y la empezamos a regar con agua con jabón, lavándole cada hoja con cuidado. Logramos deshacernos de la plaga pero nuestra planta no mejoró.

Así que probamos algo diferente: la sacamos al patio. Para entonces ya había perdido bastantes hojas y no teníamos mucha esperanza. Empezamos a tratarla como una planta exterior más, regándola cada dos días con abundante agua en todas sus hojas, dejándola recibir sol directo por tiempo limitado y sol indirecto el resto del día, y conviviendo con todo tipo de mariposas y bichitos que viven en el jardín. Y esa fue su salvación. Hoy esa pandurata sigue aferrándose a la vida, regalándonos nuevos brotes.

Ya no es la misma, pero va recuperándose.

Después de esa traumática experiencia, cuando nos animamos a tener una pandurata número dos – que encontramos a un súper precio en Home Depot – llegó directo al patio. Así de espantados quedamos. Una bonita sorpresa de esta planta mediana es que cuando la trasplantamos nos dimos cuenta de que incluía una pandurata mini, que ya vive en su propia maceta. ¡Dos por uno!

Tras un año de vivir afuera, sobrevivir a caracoles, niños jugando a la pelota, el sol de Monterrey y la helada de principios de año, por fin nos animamos a meter a nuestra pandurata número dos, la más fuerte, con mucho nervio pero con muchas ganas de esta vez hacerlo bien. ¡Y va súper!

En su nuevo spot al lado de un ventanal. Ella tranquila, yo nerviosa.

En estos días he recibido muchísimos consejos, tips y fotos preciosas de exitosos dueños de panduratas (así como algunas historias de fracaso cuyo dolor siento en el alma). Algunas recomendaciones coinciden, otras son el polo opuesto y creo que aquí factores como dónde vivimos tienen mucho qué ver.

Así que termino esta historia compartiéndote lo que a nosotros nos ayudó a mantener a nuestra pandurata con vida against all odds. Ojo que no soy experta en plantas, solo comparto de mi experiencia personal.

  1. La pandurata necesita mucha luz. Al fin triunfó cuando le dio luz directa suave un ratito e indirecta el resto del día, así que ubícala al lado de ventanas amplias.
  2. La pandurata necesita mucha agua. Pensaba que podía aguantar mis olvidos pero estaba muy equivocada. Riégala 2-3 veces a la semana, de forma consistente, pero no la ahogues. Usa macetas de terracota para nivelar el exceso de agua.
  3. La pandurata ama la humedad. Es una planta africana tropical por lo que no dará lo mejor de sí si la dejas secarse. Rocía sus hojas con agüita; afuera aman la lluvia y el rocío, adentro el atomizador. Y evita que le dé el minisplit directo.
  4. La pandurata no ama los cambios. Fue algo que nos hizo postergar mucho el meterla, pero buscamos un espacio que fuera parecido al que ocupaba afuera: con mucha luz, viento y temperatura parecida. Hasta ahora, se ha adaptado bien.

Como tip extra: Si tiene hojas quemadas o parte de sus hojas lo están, ¡córtaselas! Así no gasta energía en ellas.

Esas hojas hacen que todo lo valga. <3

Si bien ninguna de nuestras panduratas es una planta súper frondosa de catálogo de vivero (menos tras la última helada que me las quemó), estamos muy contentos con nuestras chiquitas. Nos han sobrevivido y nos siguen dando la oportunidad de intentarlo a diario. Así que sí pueden ser algo caprichosillas, pero lo generosas y hermosas nadie se los quita.

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